Una estatua por cada niño perdido... En Japon es frecuente encontrar unas pequeñas estatuas de piedra en los margenes de los caminos Ataviadas con prendas de color rojo, y siendo ofrendadas con jugetes o flores . Estas estatuas representana un dios protector de los niños, poniendose una de estas estatuas por cada niño perdido: por cada niño muerto antes que sus padres, por cada niñon que nacio muerto o por cada niño que no llego a naccr siquiera. Sus alamas estan condenadas a rezar a Budha, al no poder cruzar el rio que les lleve a otra vida, puesto que lo prematuro de su muerte hace que no hayan sido capaces de llevar a cabo el suficiente número de buenas acciones para ello, además de haber causado sufrimiento a sus padres. Y es Jizo quien los saca de esas aguas y los lleva a la otra orilla, a la otra vida entonces, escondiendolos entre sus ropas. Este dios, Jizo, también es el protector de los que viajan, y si lo pesnamos, no existe mayor viajero que los niños: en ellost odo es viaje, todo es transición hacia el fin de ese viaje, hacia la edad adulta. Despues, el viaje en sí finaliza, y son pocos los que aún guardan el recuerdo de algo que se ha perdido en algún momento, conservando solo la inquietud nerviosa que no reconoce hogar, y vagan errantes impulsados por un deseo cuyo origen han olvidado. Una marca por cada sueño olvidado.
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