miércoles, octubre 17, 2007

EL HUMO Y LA TRISTEZA

Sentado junto a mi, un hombre de gestos tranquilos me cuenta solemnemente historias de sus viajes, viajes a paises algunos de los cuales ni siquiera sabría situar en un mapa, historias de agua y arrozales, de gente desconfiada, hombres enjutos y mujeres bonitas "como una actriz... no recuerdo su nombre...", historias de pipas de bambú que se pasan de unas manos a otras, llenas de opio negro o de hachis obscuro que van volviéndose humo y convirtiendo así a quienes las fuman en hermanos, en santones de lentos movimientos que salmodian recuerdos, ajenos al tiempo y al espacio, dedicados solo a la pereza y a la búsqueda, historias de muchachas de pelo negro y largo, fumaderos de opio en habitaciones iluminadas por farolillos rojos y por el delirio, historias de hombres que se inyectan sueños y mentiras en el lavabo de metacrilato de algún pub de moda, hombres con trajes oscuros en la parte trasera de conocidos restaurantes buscando trémulamente una luz que les ilumine, historias de puertas a la vista de quien quiera encontrarlas en las que ocurren historias tristes de muchachas que después de varias pipas son tuyas por unos instantes, y entonces tú eres suyo para siempre... historias melancólicas de gente triste que buscan algo que perdieron y tratan de que el dragón les ayude a recuperarlo....

2 comentarios:

Slaval dijo...

me gustó.

Anónimo dijo...

Esta no es la vejez que querria vivir sentado en un parque hablando de lo que he vivido y que ahora ya no puedo. Aunque esto es más una reflexión para aprovechar la juventud y vivir; y asi tener recordar con alegria la felicidad del pasado

Picajosa